miércoles, 30 de marzo de 2016

Miguel Serrano - Nuestro Honor se llama Lealtad


La lealtad a los nuestros, a los ideales, a la fe y a la esperanza, y a nuestros amigos y camaradas que entregaron sus vidas para preservarlos y defenderlos, haciéndolos así eternos. 

Hace muy poco, en un día de tinieblas, en la fiesta de la luz de Ostara, en la Semana Santa, dejaba este mundo mi entrañable amigo y camarada belga, Léon Degrelle. Para aquellos que lo conocimos y para su propia esposa, parece algo increíble, porque él era inmortal, y lo decía: “¡El león no morirá jamás!". Así lo pensaban también sus camaradas de combate de la División Valona en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. En cien batallas, en primera fila, al frente de sus hombres, el General de las Waffen SS, Degrelle, era inalcanzable por las balas y los obuses; o bien, sobrevivía reponiéndose de las más graves heridas, para nuevamente ir al combate. Por ello, el Führer le condecoró con la Cruz de Hierro y, luego, con la Cruz del Caballero, la más alta condecoración impuesta por Hitler, quien declaraba: "¡Si yo tuviera un hijo, desearía que fuera como León Degrelle!"

En el exilio, en España, acaba de morir, justo en la semana de la Resurrección del Héroe. Tras la nigredo y la albedo, resucita en la rubedo, en el Domingo de Resurrección; Sontag, el Día del Sol y en un cuerpo de luz roja inmortal. 

Hoy, junto con presentar la primera edición completa en castellano de la obra, también inmortal, del más grande genio de todos los tiempos, Mi Lucha, del avatar Hitler, cuya edición hemos precisamente dedicado a "su hijo" en la gloria del combate eterno, le rendimos un homenaje a ese héroe, a ese camarada, a ese amigo, guía y ejemplo de las juventudes nacionalistas y nacionalsocialistas del mundo que jamás claudicara y mantuviera, con idéntica lealtad a la mía sus ideales hasta su último día aquí en esta envenenada tierra. Y en su recuerdo, hacemos llegar a su esposa, Jeanne, nuestro apoyo y aliento para que pueda sobreponerse a su dolor y tenga la fuerza necesaria para continuar divulgando los libros y la obra que Degrelle deja a su cuidado y de los camaradas que la ayudarán. 

Sobre Mi Lucha se podrían decir mil cosas, citar tantos párrafos luminosos, vigentes cada hora, cada minuto de nuestros pobres días; sobre la inoperancia de la democracia, sobre la corrupción de los políticos, sobre la infamia del totalitarismo comunista y lo diabólico del capitalismo, triunfante hoy en la sociedad de consumo desatada, en la llamada "economía social de mercado" y en la usura legalizada con el interés del dinero. Porque —lo sabemos— fue el Nacionalsocialismo el único sistema, en toda la historia de los hombres en la tierra, que abolió el interés del dinero. Hitler decía: "Si yo te presto un ropero, tú no me devuelves ropero y medio, sino el ropero; pero si un Banco te presta cien marcos, deberás devolverle ciento cincuenta y hasta doscientos, y de estos cincuenta, o cien, vive sin trabajar el usurero". Y junto con abolir el interés, fijó los precios, de manera que hasta el final de la guerra jamás hubo inflación en Alemania, reemplazando el "patrón oro" por el "patrón trabajo". Así, un obrero en el Tercer Reich debió sentirse mejor y más seguro que un rey en otro país. Ese fue un paraíso y, por ello, porque lo era, debieron destruirlo aquellos que se sentían en peligro de muerte al ser abolido el caldo de cultivo del tejido cancerígeno, con la desaparición del interés del dinero y de la usura. Y para que nadie se acuerde de que una vez hubo un paraíso sobre la tierra, toneladas de mentiras y de infamias han intentado cubrir en vano esa cumbre del paraíso, ese monte de Parsifal. ¡Pero no lo lograrán, porque aún estamos nosotros, recordándolo! Y cuando también debamos partir, ¡Más y más batallones vendrán un día a recuperarlo, y a destruir la infamia y la mentira, para al final vencer!

En este libro maravilloso, que ahora os entrego en su traducción completa, se habla de la vida, de la guerra, del hombre y también de la muerte. Y se dice: "Héroe es aquél que sacrifica su vida en defensa de la comunidad, de la Patria, despojado de todo egoísmo personal". ¡Sí, porque héroe es aquél que, sin saber o sin creer que existe alga más allá de su yo y de esta vida, está dispuesto a entregarla para un ideal! Y hasta los dioses le envidian, porque ellos saben que son eternos y que no pueden morir. En cambio, el héroe, sin saberlo, lo entrega todo, hasta su propia eternidad... ¡Sí, camaradas, porque la sangre de los héroes llega más cerca de los dioses que la plegaria de los santos! 

Y Léon Degrelle decía: 

"Debemos todos nosotros estar preparados para lo más terrible. ¿La muerte, en medio de la humillación, no es, acaso, una forma de darse más todavía? El sacrificio no admite cálculos ni reservas. Si yo hubiera mentido, como nuestros enemigos, ¿a dónde habría llegado? Pero, sin embargo, creo, creo más que nunca, que sólo los idealistas podrán cambiar el mundo.... Al final, el Alma es lo único que le queda al Alma..."

¡Sí, el Alma...! 

Oí una vez a un escritor chileno decir: 

"Sé que nada me ha sucedido sino la vida, y que nada me sucederá sino la muerte". 

Pero yo sé que algo más que la vida me ha sucedido y que también algo más que la muerte me sucederá... Y esto también es válido para Léon Degrelle y para nuestro Führer, por supuesto, en cuyo cumpleaños os entrego esta revelación.

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