miércoles, 30 de marzo de 2016

Federico Rivanera Carlés - El cautiverio y la muerte de Rudolf Hess


"Ni los ministros, ni los tribunales aliados, ni los comisarios 
soviéticos, pueden cambiar un destino." (Rudolf Hess, 1947)

El monstruosamente largo cautiverio de Rudolf Hess, que no pudo mellar su voluntad de acero, y el hecho de que fuera asesinado por los aliados judeobolcheviques y judeocapitalistas, demuestra una vez más la genial clarividencia de Adolf Hitler al designarlo su sucesor. En esa ocasión el Führer señaló: "Mi sucesor será el más capaz, es decir, el más valiente". El Führer sustituto demostró que Hitler tampoco en esto se equivocó (a diferencia de otros personajes contemporáneos) y con su martirio le proporcionó otro brillante triunfo póstumo, poniendo de manifiesto de modo incontrastable la superioridad absoluta del Nacionalsocialismo sobre sus vencedores materiales de 1945, puesto que ha sido capaz de forjar hombres de la talla de Hess. ¿Qué dirigente democrático o comunista hubiera resistido como Hess? ¿Os imagináis al borracho de Churchill, al débil paralítico Roosevelt o al rollizo gozador Stalin presos, durante 46 años, en Spandau? Que esto es así lo prueba la insólita premura en demoler un monumento histórico como dicha fortaleza, a fin de evitar que se convierta en "santuario de los nazis".

Todos los hechos gloriosos y esforzados protagonizados por el gran Hess antes de caer prisionero, empalidecen ante su heroico cautiverio, el cual configura una verdadera epopeya, signada por la valentía -hasta el grado del martirio- y el honor, que era para él un valor más alto que su libertad.

Cualquier bastardo morfinómano, cualquier homosexual, cobarde terrorista bolchevique o delincuente judío  tiene numerosos abogados, incluso importantes dignatarios religiosos, pero, en cambio, no hubo derechos humanos para el sucesor de Adolf Hitler. Porque no traicionó, porque no cedió, porque siguió fiel a la Bandera, a la Raza y a Occidente.

Los Héroes no mueren jamás. Permanecen eternamente victoriosos y viven en la memoria de la Raza a través de sus grandes hechos. Pese a la propaganda saturante y al deleznable materialismo, una nueva generación tomará la espada llameante de Rudolf Hess y se lanzará a la lucha contra las fuerzas del mal, es decir, contra los asesinos del sucesor de Adolf Hitler y los vencerá definitivamente. Entonces, cuando pase este tiempo de decadencia y de traición, su gigantesca figura será honrada por un mundo liberado, que habrá comprendido que el camino de la libertad es el Ideario que defendió de manera tan singular Rudolf Hess. Junto al tradicional "¡Heil Hitler!", un nuevo grito estremece a la Ariandad: "¡Hess no morirá!".

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